domingo, 24 de febrero de 2013

Factoría del tiempo en Según pasan los años


¡Templo del Tiempo que un suspiro
[cifra!
Paul Valery. El cementerio marino




Según pasan los años, el más reciente libro de relatos de Israel Centeno, engrana trece historias donde los personajes se retuercen en la memoria del delator, en el testimonio de la traición y el anhelo, como vasallos de su historia personal. Cada uno lleva inscrito en la piel la huella de la violencia en el discurso multiforme que busca su conexión profunda en el lenguaje, en el erotismo, el humor, la confesión y los recuerdos transfigurados en entidades esenciales de la galería de voces que mueren mientras se confiesan. 

Israel Centeno traza en cada historia los deseos de hombres y mujeres que se aferran al sexo como un bastión primario, pero endeble, que separa la vida de la muerte mediante la idea de posesión absoluta de la amante. Son seres atormentados por desilusiones, fracasos, guerrillas, uniformes militares e intentonas que marcan el tuétano de la existencia. La agresión brota de pronto desde subjetividades cercenadas que aniquilan de un disparo al chivo expiatorio, hasta el personaje refinado que saquea los recuerdos del otro, como si quisiera apropiarse de las fibras evanescentes ocultas en los extramuros del alma. En ambos casos, se lee en la violencia una forma de defensa en un país fundado por la ferocidad del conquistador. 

Los personajes en Según pasan los años, se interrogan en medio de la degradación, el humor negro, la ironía, y se responden como críticos de una estirpe que arrastra miasmas. En cada uno de ellos habitan ángeles devastados que despliegan sus alas en un último vuelo hacia el fondo de sí mismos, de la nada. Los atributos psicológicos que caracterizan cada narración, los convierten en representantes de una realidad que maneja códigos culturales diversos, insertos en comunas londinenses, en oscuras empresas de Marsella, en hombres de barrios caraqueños e intelectuales de clase media que luchan contra el sinsentido, la culpa, la finitud y la búsqueda de una heroicidad contradictoria, la cual se transforma en ruina miserable de la existencia que se ancla en un punto que se dilata y los devora sin piedad.

La tipología estática de los personajes, remite al estancamiento en un universo combinatorio donde las acciones prefiguran el encadenamiento causal, imbricado con el absurdo como metáfora que rige la condición humana. El fracaso, la violencia y el deseo parecen categorías consustanciales con los seres que se desplazan, Según pasan los años, por laberintos urbanos, dobles, fracturados, que terminan por engullirse los dioses y los ideales de sus habitantes. 

Israel Centeno no se contenta con un marco referencial simple para insertar la historia, por tanto, rastrea en el lenguaje palabras olvidadas en una falsedad pacata, construye su prosa con una voz propia y las carga con sentidos intransferibles. Mediante estos recursos, las acciones se desgajan y desembocan en significados y significantes que dinamitan estereotipos panfletarios, clichés impersonales, distantes, de esta forma la palabra cobra el vigor y la plasticidad de un lenguaje que nos acerca al otro. Así, podemos bucear en la hondura de la introspección, en el discurso metaliterario, en el lirismo y las figuraciones que se desprenden de cada frase como fragmentos de luz sucia, ojos glaucos cubiertos por el ala de un murciélago. Según pasan los años se articula en la reflexión y el erotismo, con su correlato amoroso en la lucha desplegada en escenarios cultuales donde se subastan los sueños para redescubrir la libertad en el fondo de nosotros mismos. 

Según pasan los años está publicado por: Sudaquia Editores, 2012 
Puedes visitar el Blog de Israel Centeno en:

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