domingo, 4 de diciembre de 2011

Sobrevolando la oscuridad de Valle zamuro

Valle Zamuro, primera novela de Camilo Pino, es una historia que por su contenido profundo ofrece muchas lecturas, particularmente, la he leído como el viaje iniciático que emprende el joven publicista Alejandro Roca, viaje hacia adentro, hacia zonas desconocidas, inquietantes y fascinantes al mismo tiempo. Como todo rito de pasaje, hay muchos símbolos que van apareciendo para darle pistas al héroe. Entre algunos de los numerosos motivos simbólicos de la narración, se encuentran las aves, el sueño, la pirámide invertida (Centro Comercial Ciudad Tamanaco), el castillo (castillito fraudulento, imitación absurda), El Helicoide tallado "en nueve círculos concéntricos" y, por supuesto, la figura de un psicopompo que será el guardián silencioso de esa travesía, en este caso, ese rol lo desempeña el zamuro, ave negra y carroñera que presagia la descomposición.

Camilo Pino descubre mediante la ficción, los paisajes que precedieron al “sacudón social” que conmovió a Venezuela conocido como el Caracazo. Para quienes vivimos aquella pesadilla que se inició el 27 de febrero de 1989, Valle Zamuro puede ser interpretado como un relato donde queda expresado una gran interrogante: ¿hasta qué punto esos sueños de liberación quedaron confundidos en el hacimiento histórico? El autor, de manera magistral, rescata imágenes que se muestran difusas, como si fuesen soñadas, y articula su discurso en una estructura funcional que desde el inicio remite a la fragmentación, faceta que debe atravesar el héroe en su peregrinaje. El balbuceo del monólogo interior que mantiene Alejandro Roca, las frases aforísticas que dan entrada a esa especie de ensueño o alucinación del personaje, y las licencias literarias que aplica el autor, por ejemplo, el formato de entrevista dentro de la historia, son indicadores discursivos de ese quebrantamiento que expresa la convulsión en la vida interior del personaje.

Cuando Alejandro decide renunciar a su trabajo, se advierte la separación y el cambio como impulsos que regirán la existencia del joven publicista. ¿Qué busca Alejandro Roca? Quizá se busca a sí mismo en medio de la frivolidad, de amores despreciados y drogas que no lo conducen hacia la experiencia que le otorgue un significado a su vida. Alejandro busca la integración, y la encuentra al final de un túnel que desemboca con la visión del mar, que ya no le produce la misma emoción que lo embargaba cuando era niño, porque ya se ha despojado de los remanentes infantiles, y como hombre enfrentará otros retos.

El protagonista de Valle Zamuro, mientras se va desplazando por esos escenarios turbulentos que dan cuenta de una ciudad sumida en la anarquía y la desidia, cuestiona –de manera muy cruda– su entorno, los amigos y su propia vida. Mediante la ironía se burla de la retórica nauseabunda, de la burocracia cotidiana y el fracaso de una sociedad rodeada de aves carroñeras. La introspección de Alejandro algunas veces parece un juego para reírse de sí mismo, sin embargo, Octavio Paz afirma en La otra voz que “la ironía es la manifestación de la crítica en el reino de la imaginación y la sensibilidad; su esencia es el tiempo sucesivo que desemboca en la muerte. La de los hombres y la de los dioses.”

Este enfoque de Octavio Paz me parece pertinente en el contexto en el que se desenvuelve Alejandro Roca, porque de esta manera el personaje experimenta su rito de pasaje rodeado de imágenes, metáforas y figuras amenazantes. Otras figuras tutelares (los padres y Laura) son guías benefactoras que lo ayudarán a cruzar ese sombrío tramo de su existencia. Durante el tiempo de la narración se percibe cómo el personaje se despoja poco a poco de la contingencia personal, y al final aparece un individuo sereno que se marcha a buscar nuevos rumbos. 

Camilo Pino ha sabido recrear una pintura social que retrata el espíritu de esta época, reflejado en una historia dinámica, contada con un lenguaje desenfadado y vital que interpela los aspectos constitutivos de una realidad desfondada por las relaciones de poder, y resuena en las voces y los hábitos de los personajes alocados, fragmentarios, dispersos.

En esta novela, llena de referencias puntuales que permiten visualizar sus avenidas, sus edificios y una época particular, convergen el absurdo, la ironía y el impasse lógico con la realidad que estremece al joven Alejandro Roca. En sus páginas quedan registradas la soledad encubierta en la evasión a través de la droga, la frivolidad que colisiona con la realidad brutal de una ciudad fragmentada por una revuelta social, la traición y la relación con el pasado del personaje, que quedará irremediablemente marcado por la muerte, la desolación y las contradicciones.

Valle Zamuro es una invitación a recorrer la trama azarosa que se va tejiendo como una tela de araña en las decisiones de Alejandro Roca y en su viaje hacia el interior, hacia las zonas brumosas donde quizá, millones de zamuros esperan impávidos el momento en que los corazones dejen de latir, aniquilados por la desesperanza.

Valle Zamuro está publicada por Ediciones Punto Cero.

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